El Director de Análisis de Banco Sabadell expone las principales claves de los mercados
El caso de Libia ha significado una escalada cualitativa y cuantitativa en los conflictos socio-políticos que en las últimas semanas vienen produciéndose en el norte de África y en Oriente Próximo. Es la primera vez que la violencia desempeña un papel tan protagonista y que se ve afectado un país productor de petróleo, en el que además se encuentran las mayores reservas de toda África. Los enfrentamientos y la repatriación de trabajadores de compañías extranjeras han supuesto ya la paralización de cerca de la mitad de la producción del que es el duodécimo exportador del mundo.
Estas circunstancias y el mayor riesgo de contagio de las protestas populares a otras economías productoras justifican el notable impacto registrado en los precios del petróleo y en el conjunto de los mercados financieros. La consecuencia más evidente ha sido un significativo incremento de la prima sobre el precio del petróleo: hasta el estallido de la crisis en Libia los conflictos en la zona apenas habían repercutido en cerca de 5$ sobre el precio del barril, pero la prima Libia ha añadido ya al precio del futuro (ha llegado a superar los 115$) al menos 15$ más. En general, el impacto sobre los mercados financieros responde a dos claros impulsos: aumento de las expectativas de inflación, riesgos para el crecimiento y, sobre todo, aumento de la percepción de riesgo. Por eso triunfan los activos refugio (oro, deuda pública a largo plazo de EEUU y Alemania, el dólar aún no) y sufren los de riesgo (renta variable, diferenciales de crédito y, menos claramente, los activos de las economías emergentes y los diferenciales de la deuda soberana periférica). El impacto inmediato sobre la inflación se refleja sobre todo en el oro y en los tipos de interés a corto plazo europeos, que recogen un mayor riesgo de subidas de tipos del BCE.
Por economías, las más vulnerables son aquellas con: 1) un fuerte peso de las importaciones en su consumo energético (es el caso de España, que además recibe de Libia el 13% de sus importaciones), 2) una brecha de crecimiento elevada (la de Europa es mayor que la de EEUU), 3) un banco central más sensible a la amenaza inflacionista (el BCE más que la Fed) y 4) primas de riesgo elevadas sobre sus activos (lastre de los soberanos periféricos).
El fuerte rebote nos ha llevado a reducir el riesgo o beta de nuestras carteras modelo (menor peso en bancos); es decir, seguimos positivos pero iremos reduciendo riesgo. Las dos principales referencias que pueden determinar el final de esas cautelas a corto plazo son la resolución de los conflictos en Libia y la percepción de un menor riesgo de contagio a productores de petróleo de la importancia de Arabia Saudí (responsable del 29% de la producción de la OPEP) e Irán o incluso a una economía tan importante como China.
En todo caso, todavía hay razones para mantener la confianza en el medio plazo por el menor peso de Libia en la producción mundial de petróleo (2%) y la capacidad productiva ociosa de la OPEP (4% de la producción global), que es mucho mayor que en 2008 (2%) y ésta ya ha mostrado su voluntad de ampliar la producción si persisten las tensiones en los precios. Mientras tanto, los riesgos inflacionistas siguen en primera línea como tema que pasa a actualidad desde hace apenas 1 mes.
Nicolás Fernández
Director de Análisis de Banco Sabadell
28-febrero-2011