El director de Análisis de Banco Sabadell expone las principales claves de los mercados
Si miramos hacia atrás, realmente podemos decir que la Unión Monetaria ha dado pasos de gigante y que existe una clara vocación política para seguir avanzando y resolver los problemas que ahora nos atañen. Sin embargo, el ritmo al que se aprueban los acuerdos y se implementan las medidas tan necesarias para mantener la cohesión en la zona euro contrasta con la velocidad a la que se desploman los mercados.
Entre las cuestiones abiertas en el frente europeo destacaríamos: (i) Liberación de los 8.000 M euros del sexto tramo del primer paquete de ayuda a Grecia. Actualmente, la Troika (formada por el BCE, el FMI y la Unión Europea) sigue negociando in extremis con Grecia ajustes fiscales adicionales para asegurarse el cumplimiento de los compromisos de déficit para este año. De no producirse pronto, Grecia se quedaría sin dinero para hacer frente a sus obligaciones entre mediados y finales de octubre, declarándose en suspensión de pagos. Una suspensión de pagos desordenada de Grecia podría acarrear su salida del euro, con implicaciones muy negativas para el resto de miembros de la zona. (ii) Aprobación por parte de los parlamentos europeos del segundo paquete de rescate a Grecia (para cubrir el agujero fiscal en 2012-13) y ampliación del FEEF (Fondo Europeo de Estabilidad Financiera) con 440.000 M euros con capacidad para comprar deuda soberana en mercados secundarios y recapitalizar el sistema financiero. Países como Francia o España ya lo han aprobado; Alemania, Finlandia o Austria lo tendrán que aprobar antes de finales de mes. (iii) Una vez aprobado el segundo paquete de ayuda a Grecia y como parte de las medidas para aliviar el peso de la deuda, llevar a cabo el canje de deuda griega en manos de inversores privados por deuda de mayor duración con la garantía del FEEF y una quita implícita de en torno al 20%, con un objetivo de participación en el mismo del 90% (y que a día de hoy difícilmente se espera que supere el 75%). A esto podríamos añadir otras medidas que empiezan a sonar en los mercados y entre los políticos como: ampliación de la capacidad del FEEF (bien con una mayor dotación o con una mayor capacidad de apalancamiento), relajación de las condiciones de déficit máximo impuestas a Grecia (a fin de no ahogar su crecimiento o para evitar que los drásticos ajustes que se están llevando a cabo deriven en una revuelta popular).
Hasta que no se cierren al menos el segundo paquete de ayuda a Grecia y la modificación del FEEF se mantendrá la incertidumbre en Europa y la presión sobre las bolsas. Menos mal que entre tanto el BCE sigue conteniendo los daños haciendo todo aquello que se consideraba contrario a su filosofía fundacional más purista: comprando deuda española e italiana en el mercado secundario (evitando que se dispare aún más la prima de riesgo) y proveyendo de liquidez sin límites al sistema financiero (y evitando que se colapse en su totalidad). Ya que lo hace, lástima que no lo haya comunicado con mayor contundencia (con menor ruido y disensiones internas) para tranquilizar a los mercados en mayor medida.
Para empeorarlo todo, desde principios de agosto se ha publicado una batería de datos macroeconómicos bastante negativos y que siguen sin mejorar (entre los últimos la semana pasada: el PMI manufacturero de la zona euro y de China y el índice de confianza ZEW de Alemania, que si bien fueron algo mejores de lo esperado se sitúan en terreno negativo). Estos datos han disparado los temores a una nueva recesión global. Un escenario de contracción de los PIB dificultaría enormemente los ajustes fiscales tan necesarios para reducir la percepción de riesgo con respecto a la deuda soberana en Europa.
El miedo a una recesión es lo que hacía albergar a los mercados la esperanza de que la Reserva Federal americana anunciaría esta semana el lanzamiento de un nuevo programa de recompra de bonos (conocido como Quantitative Easing o QE) para relanzar el crecimiento, no sin pocos daños colaterales (inflación en commodities, caída del dólar). En su lugar, la FED se conformó con anunciar que rotaría el plazo de los activos ya adquiridos, lo que ha supuesto una gran decepción y provocado un nuevo batacazo en las bolsas.
En realidad, la evolución de indicadores macroeconómicos podría considerarse que entra dentro de la normalidad. Es poco probable entrar en recesión profunda tan solo dos años después de la anterior, sin embargo sí es de esperar que la salida de la recesión de 2008-09 se produzca con tasas de crecimiento exiguas (o ligeramente negativas) teniendo en cuenta la situación de endeudamiento de las economías desarrolladas. En este sentido, podríamos esperar una mejoría de los indicadores a lo largo del cuarto trimestre y una ralentización del crecimiento en el segundo semestre de 2011 pero sin llegar a la recesión. Unos datos macroeconómicos más positivos a partir de ahora deberían constituir un balón de oxigeno para los mercados.
En resumidas cuentas, toca apretar los dientes durante un poquito más, ¡un último esfuerzo!, pero la recompensa estará ahí. El miedo reinante ha llevado a las bolsas a cotizar un escenario extremadamente negativo (con caídas medias en los beneficios de las empresas de más del 30%); los riesgo siguen ahí, pero a poco que mejore la situación debería traducirse en una recuperación de las bolsas de las que hacen historia.
Nicolás Fernández
Director de Análisis de Banco Sabadell
26 de septiembre de 2011