Una vez más, y van diez, Rafael Nadal ha sido el más fuerte. Han dado igual el fantástico estado de forma y el talento sobrenatural de su rival de hoy, Dominic Thiem; la lluvia; la humedad; el viento; la lentitud de la pista; o su mal partido de semis. Hoy, cuando más contaba, ha desplegado un juego abrumador, ha sido el Rafa de los mejores días, invencible, rocoso, autoritario, vintage Nadal para ganar su décimo trofeo Barcelona Open Banc Sabadell.
"He jugado a una intensidad alta, he dominado con el drive, que es algo que en estos dos últimos años lo había perdido y uno de los objetivos para este año era recuperarlo", Rafa dixit. El plan anunciado en la jornada previa era pegar largo, mantener la intensidad en todo momento y fallar poco. El mallorquín ejecutó la estrategia de forma quirúrgica, a lo que añadió un castigo constante al revés de Thiem: "Si pudiera cambiar algo, cambiaría mi posición en el revés. No he conseguido salir de ese lado", admitió post partido el austriaco.
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El encuentro no empezó como acabó. Rafa tuvo muchas dificultades en su primer servicio, en el que sufrió ocho minutos antes de poder sacarlo adelante tras salvar una bola de rotura. No afrontó ni una sola más el mallorquín en todo el partido, extraordinario en la faceta del servicio durante toda la semana. Thiem mantuvo el nivel en los siguientes juegos manteniendo el pulso a Nadal pero sin llegar a dar la sensación de estar dominando lo que debería para poner en problemas a Rafa.
Así las cosas, en situación de tenso empate, el primero en soltar en zarpazo iba a golpear dos veces. Y fue Nadal. Logró el break en el noveno juego y a partir de ahí su solidez creció exponencialmente. Thiem en cambio acusó el golpe. De repente, se dio cuenta de que la cuesta se le estaba haciendo cada vez más empinada. El centroeuropeo terminó el partido con 36 errores no forzados por tan solo 16 de Rafa, una diferencia que explica por sí sola el resultado del partido. En cuanto a agresividad, ambos estuvieron parejos con 17 golpes ganadores para Thiem y 14 para Nadal.
Otra cosa distinta es el ritmo. Nadal cocinó a fuego lento a Thiem en el segundo set, con este último cada vez más desesperado al no encontrar camino alguno para asaltar la fortaleza en la que se había convertido Nadal. Él llegó en el 2-1 del segundo set y a partir de ahí todo fue puro paseo militar para Nadal. No es de extrañar que su rival de hoy responda con un contundente y monosilábico "sí" cuando se le pregunta si Rafa es el favorito para ganar en Roland Garros. Lo piensa él y lo piensa todo el circuito tras una nueva exhibición de juego ejecutada con extraordinaria autoridad las últimas dos semanas tanto en Montecarlo como en Barcelona.
"Todo esto es una cuestión de confianza", afirmó Nadal. Si esto es así, la temporada 2017 promete ser extraordinaria. Nadal ha atrasado el reloj a los años de gloria, a los años en los que, como hoy, demostraba ser una leyenda, el jugador invencible.
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