Al plantear internacionalizar un negocio debemos tener en cuenta las diferentes modalidades o figuras jurídicas y las ventajas o inconvenientes de cada una según el momento en el que se encuentra nuestra empresa o el producto o servicio que queremos vender.
¿Queremos simplemente exportar nuestro producto? ¿O pensamos que es mejor instalarnos en ese nuevo país? Esta segunda opción será más interesante para la captación de nuevos mercados y la penetración en ellos de nuevos productos o servicios. Pero, ¿cómo me instalo en ese nuevo país?
No hay una respuesta única. Acuerdos con una empresa local, filiales, sucursales, oficina de representación… Cada empresa, según su momento, sus particularidades y el producto o servicio que venda le interesará más una modalidad u otra, ya que existen muchas diferencias legales y fiscales entre ellas:
Acuerdos con un socio local
Esta puede ser una primera aproximación interesante al nuevo mercado, ya que aunque tengamos recursos suficientes para abastecer el nuevo mercado, tener un aliado que conozca las costumbres y formas de negociar del nuevo entorno puede ayudarnos mucho.
Como hemos comentado en anteriores posts, la comprensión de la cultura y las costumbres es un elemento muy importante cuando decidimos introducir nuestro negocio en nuevos mercados. Un socio local, además de aportarnos una primera cartera de clientes que ya confían en él, nos aportará el conocimiento profundo sobre los hábitos, gustos y necesidades de los consumidores y las tendencias del nuevo mercado.
Filiales
Una filial es una compañía mercantil con personalidad jurídica propia. Se crean en base a las normas del país donde se establece con aportación de capital por parte de la empresa matriz, que es quien posee un porcentaje de acciones mayoritario y, por tanto, ejerce el control. No obstante, como entidad independiente, fiscalmente está sometida a las leyes del estado de residencia, pagando sus propios impuestos.
Aunque la empresa filial debe cumplir con la autoridad de la empresa matriz para fijar objetivos y políticas, puede también tener proyectos propios mientras no vayan en contra de las directivas de la matriz.
Esta independencia puede ser beneficiosa para la empresa matriz, ya que ofrece una imagen de mayor solidez delante de clientes y proveedores. Además, en caso de que surgieran problemas en la filial, se pueden gestionar también de manera independiente, reduciendo el riesgo para la matriz.
Sucursales
Las sucursales son divisiones administrativas de una entidad, cuya responsabilidad, fiscalidad, ingresos y gastos de la actividad realizada se integran en la matriz, de la cual tiene una dependencia absoluta en todos los niveles. Es decir, la sucursal no tiene personalidad jurídica propia independiente ni capital social, por lo que responde de sus obligaciones y deudas con el propio patrimonio de la empresa matriz.
A pesar de esta dependencia, las sucursales deben llevar una contabilidad propia de las operaciones que realicen y a los elementos patrimoniales que posean.
Oficina de representación
La oficina de representación tampoco tiene personalidad jurídica propia independiente de su matriz. A diferencia de la sucursal, esta no tiene tampoco órganos de administración y no puede desarrollar ninguna actividad económica.
Las funciones de esta oficina son, generalmente, las de coordinación, información, colaboración, estudios de mercado, publicidad, promoción u otras actividades de carácter auxiliar o preparatorias de la empresa.
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