"Para mejorar nuestra salud cerebral debemos saber gestionar correctamente nuestras emociones" afirma Raquel Marín, neurocientífica y autora del libro Pon en forma tu cerebro. En situaciones de estrés, angustia, miedo o desconcierto, como por ejemplo las circunstancias que hemos vivido durante las últimas semanas debido a la pandemia del Coronavirus, nuestra salud mental puede verse alterada al no saber cómo gestionar todos estos sentimientos. Si en estos días de confinamiento has notado que tu estado anímico ha cambiado, puedes recuperar tu bienestar emocional entrenando tu cerebro para que se reponga y salga incluso rejuvenecido de toda esta situación. ¿Cómo? Siguiendo estas pautas saludables que te propone Raquel Marín para que tu cerebro se mantenga en plena forma.
Por qué sale tan caro el cerebro
"El cerebro es nuestro órgano más complejo" asegura Raquel Marín. Según la neurocientífica y catedrática de Fisiología, tenemos 1.000 km de conexiones en el cerebro y contamos con 85.000 millones de neuronas de 10.000 tipos distintos, que se hablan entre sí a una velocidad de 850.000.000.000 estímulos por segundo. Para Marín, el corazón no pinta nada en el amor, ya que el órgano que gestiona las emociones es el cerebro humano, el cual tiene un tamaño muy grande en proporción a nuestro cuerpo y consume un 20% del total del oxigeno que precisamos.
El intestino como segundo cerebro
El segundo cerebro es el intestino. Raquel nos cuenta que no hay dos intestinos iguales, ya que cada uno tiene su propia red neuronal. Para mejorar la salud de nuestro intestino, la neurocientífica explica que es importante reducir el tiempo de masticación, reducir el tiempo de digestión, consumir alimentos más ricos enérgicamente y tener una flora intestinal abundante y variada. Pero, ¿qué hay en la tripa que pueda producir consecuencias en nuestro cerebro? Según Raquel Marín, la flora o microbiota intestinal, es decir, las bacterias que viven en nuestro intestino y que son consideradas como nuestro tercer cerebro. De estas bacterias se destaca que tienen nuestra impronta personal.
Qué come el cerebro para estar bien
La grasa es muy importante para nuestro cerebro, ya que este es muy graso y esa grasa permite comunicarse mejor a las neuronas. Las grasas esenciales se consiguen mediante los alimentos ricos en omega-3 y omega-6. Pero también son muy buenas para el cerebro las vitaminas B, sobre todo la B9 para el desarrollo cerebral. Otros elementos imprescindibles en nuestra dieta deberían ser el agua, la glucosa, la fibra, los carbohidratos de asimilación lenta y los antioxidantes naturales. La dieta ideal para el cerebro es la dieta mediterránea, que es rica en fibra, aceite de oliva, fruta, vegetales, huevos y fermentos lácticos (que son probióticos naturales o bacterias que aportan beneficios para el organismo). Raquel Marín apunta que lo que consigues con esta dieta es una excelente salud cerebral y una proporción adecuada de las bacterias de nuestro tercer cerebro. En cambio, si seguimos una dieta occidental (como puede ser comer hot dogs, hamburguesas, beber bebidas energéticas…) nos producirá una disbiosis intestinal que en los niños puede causar obesidad e inflamaciones cerebrales (aislamiento, déficit de atención, depresión…), y en adolescentes también. Se produce lo que se conoce como una modificación de la microbiota intestinal. Esta alteración viene en parte por la alimentación, pero también influyen los factores anímicos, los fármacos, los desajustes horarios, las dietas selectivas, la carencia de fibra, el exceso de frío y el sedentarismo.
Cuáles son las pautas de estilo de vida para la salud cerebral
Por último, la neurocientífica y catedrática realza que la interacción con los demás y con uno mismo es una fuente de alimentación muy importante para el cerebro y nos enumera qué hacer para optimizar la actividad cerebral, remitiéndonos a sus libros para conocer todos estos temas con más detalle: Pon en forma tu cerebro (2019, Roca Editorial) y Dale vida a tu cerebro (2018, Roca Editorial). En resumidas cuentas, Marín asegura que tenemos que comer bien, y para ello es suficiente con modificar pequeños ingredientes de nuestra dieta o añadir alguno nuevo.
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