Un escenario todavía incierto
La palabra Brexit surgió hace un par de años, un poco a modo de sátira, ante una tendencia más social que política, que propugnaba un renacimiento del nacionalismo inglés en contra de la identidad europea. Ahora se ha convertido en un término utilizado por todo el mundo a nivel político, comercial y económico para designar un escenario incierto, sobre todo para el comercio internacional, que plantea: ¿cómo serán en el futuro los acuerdos comerciales entre el Reino Unido y la Unión Europea?
Unas negociaciones arduas
El año 2020 se recordará, además de por la COVID-19, por la salida del Reino Unido de la Unión Europea. El 31 de enero de 2020 a medianoche entró en vigor el acuerdo de retirada británico tras activar, dos años antes, el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea, que permite a un Estado miembro abandonar de forma unilateral la Comunidad Económica Europea a voluntad. Ante este escenario, empezó un periodo de transición para negociar un acuerdo comercial que deberá estar firmado antes del 31 de diciembre de 2020.
Tras rondas y rondas de negociación entre el Reino Unido y la Unión Europea, que parecían vaticinar una voluntad consensuada para acordar un Brexit suave, se dispararon todas las alarmas. En septiembre de 2020 se filtró a través del diario Financial Times que el Gobierno británico se disponía a tramitar una ley de mercado interior que modifica unilateralmente disposiciones ya pactadas con Bruselas con respecto a Irlanda del Norte, en áreas como las ayudas públicas y los procedimientos aduaneros.
El Acuerdo de Retirada ya firmado entre el Reino Unido y la Unión Europea (UE) establece un estatus especial para Irlanda del Norte, que tendrá que seguir aplicando determinadas reglas de la UE para evitar una frontera terrestre en la isla de Irlanda. Para Europa, la osadía de admitir que no se respetarán los acuerdos ya pactados en pro de una regulación que solo beneficia a una de las partes enturbia las posibilidades de una salida «civilizada».
¿Qué pasará con el comercio internacional si no hay una salida acordada?
Desde la Unión Europea avisan de que las negociaciones comerciales serán todavía más complicadas que las de la ruptura en sí, sobre todo porque no hay precedentes. Hasta ahora, en todos los acuerdos que ha negociado la UE se trataba de aproximar legislaciones. Sin embargo, aquí el problema es justo el contrario: la regulación es idéntica y hay que gestionar el distanciamiento. Bruselas ha ofrecido un acuerdo comercial sin precedentes, con cero aranceles y cero cuotas, a cambio de que el Reino Unido mantenga sus estándares sociales, sanitarios y medioambientales. Pero Boris Johnson ha dejado claro que quiere romper todo lazo con Bruselas y legislar según su criterio.
El riesgo de una salida salvaje de Londres el 31 de diciembre de 2020 obligará a las empresas exportadoras a replantear ciertos aspectos de su negocio como:
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Logística / Aduanas: el Reino Unido pasará a tener la condición de tercer país y, por tanto, las mercancías que se envíen a o procedan de Reino Unido se tratarán como las exportadas/importadas desde cualquier otro país con el que la Unión Europea no haya suscrito ningún acuerdo comercial.
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Nuevos protocolos y licencias: desde presentar una declaración de importación/exportación hasta realizar nuevos controles aduaneros o exigir el pago de nuevos derechos arancelarios u otros gravámenes que necesiten obtener certificaciones sanitarias, fitosanitarias o de calidad.
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Depreciación de la libra: las dudas sobre la posibilidad de acuerdo con la UE, el impacto negativo de la COVID-19 y los rumores de tipos de interés negativos han lastrado la libra durante los últimos meses. Ante un escenario incierto, el futuro de la libra se presenta inestable y puede afectar a las transacciones comerciales.
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Gestión del IVA: el Reino Unido dejará de estar exento del pago de este impuesto, por lo que podría originar abonos dobles o permitir deducciones.
¿Y ahora qué?
Con un escenario todavía incierto, poco tiempo para que venza el plazo de transición, y muchos puntos aún por definir, las empresas que exportan bienes al Reino Unido deberán fijar antes del 31 de diciembre del 2020 nuevos protocolos de exportación para poder reaccionar ante un posible Brexit duro.
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