En el marco de conferencias de #SabadellForum, celebramos la cita ‘Nueve secretos digitales que todo el mundo vive pero nadie cuenta’ donde hablamos de la experiencia digital a través de las redes sociales en jóvenes y adultos con la doctora en Sociología Liliana Arroyo, especializada en Innovación Digital e Impacto Social.
A través de una visión crítica a la par que constructiva, Liliana Arroyo nos acerca a estas plataformas sociales en las que las emociones tienen un papel fundamental. En la charla, la doctora nos ofrece diversas estrategias de educación digital orientadas a ayudar a las familias.
El contenido de la sesión se inspira en el ensayo ‘Tú no eres tu selfie’ que incluye las experiencias recogidas a doce chicos y chicas de entre 18 y 30 años. En el libro, la doctora Arroyo pone foco en aspectos del entorno digital como son los selfies, el denominado ‘postureo’, la envidia, las comparaciones y las aplicaciones de citas, algunos de los aspectos que se tratan en esta interesante conferencia.
“La educación digital es una cuestión que preocupa a muchos hogares puesto que el mundo digital se percibe como algo complejo” así empieza la charla la doctora Liliana Arroyo. Según la experta en Innovación Digital e Impacto Social, la dimensión digital ha tenido muchísimo peso en los últimos meses. Y es que antes de la pandemia, ya estábamos inmersos en el mundo de la hiperconexión pero con la llegada de la Covid19 nos hemos dado cuenta de que todavía podíamos estar aún más conectados, un hecho que la doctora ha destacado como la ‘intensidad digital’.
En este contexto, aquellas familias que estaban convencidas de que no había que dar acceso a las pantallas a los más pequeños de la casa, se han visto arrastradas a hacerlo durante el confinamiento. No obstante, la pandemia también ha puesto de manifiesto las desigualdades en términos de inclusión digital porque no todos los hogares han tenido el mismo acceso a la tecnología.
¿Cómo funciona la Economía Digital?
La doctora Arroyo destaca dos aspectos ligados a la Economía Digital. Por un lado, la narrativa mágica alrededor de la tecnología. “Todo lo que suena a pantalla, botoncito o aplicación está envuelto en una especie de pátina de magia” comenta Liliana, y eso se puede ver en la jerga que utilizamos y en expresiones como ‘la nube’ cuando nos referimos a los servidores.
En el binomio de tecnología y datos, el segundo aspecto que destaca la doctora Arroyo es la huella digital que está muy ligada a la economía de los datos y a la manera cómo se trabaja la publicidad en el ámbito digital y por segmentación. Ligado a esto último, Liliana resalta la importancia de los algoritmos “son como las recetas de cocina, deciden qué contenidos vemos y qué no”.
La Economía de la Atención y el vínculo con nuestras emociones
Otra vertiente de la Economía Digital que debemos conocer en la medida que afecta a nuestra educación digital es el término de la Economía de la Atención. Según Liliana, en un mundo ‘hiperinformado’ donde prevale la ‘infoxicación’ o sobrecarga informativa lo que se necesita es tener un espíritu crítico. “Tenemos los sentidos aturdidos por esta gran cantidad de información que recibimos a diario y, en medio de todo esto, impera un recurso muy escaso que denominamos la economía de la atención”. Los grandes desarrolladores de plataformas que marcan las líneas de la citada economía digital son conscientes de ello y trabajan generando contenidos viscerales que nos llamen la atención.
La Economía de la Atención se caracteriza por haber amplificado el problema de la desinformación, la manipulación informativa o las noticias falsas nos explica Liliana. Según un estudio de la Universidad de Harvard sobre los patrones de difusión de contenidos y comportamiento en las redes sociales en 2017, dentro de una misma red social las Fakes News se difunden seis veces más rápido que las noticias con informaciones veraces. Esto es así porque las noticias falsas son más sensacionalistas y apelan a algunas de nuestras emociones. En definitiva, “la Economía de la Atención está ligada a las emociones y esto es algo básico para entender el comportamiento del ser humano” señala Liliana.
Experiencias recogidas en el libro ‘Tú no eres tu selfie’
Para entender la experiencia digital de los jóvenes y cómo se relacionan en estos nuevos medios, y particularmente en las redes sociales, la doctora Arroyo nos remite a su libro ‘Tú no eres tu selfie’ donde explora cómo las dimensiones de la Economía Digital gobiernan las emociones de las personas que utilizan estas plataformas.
Y para hablar de estas plataformas, Liliana utiliza la metáfora del teatro “las redes sociales son como ese escenario creado por grandes plataformas donde todos queremos subirnos siempre y no bajarnos nunca”.
Apelando a la Sociología, cualquier persona, nazca donde nazca, independientemente de la civilización a la que pertenezca, la época o el lugar en el que se encuentre, busca ‘ser’, tener una identidad propia y pertenecer a una comunidad por el carácter social propio de los seres humanos. Estos atributos se explotan también desde las redes sociales.
Según la doctora Arroyo, los desarrolladores de las aplicaciones y las interfaces de los programas que usamos, entre los que destacan grandes diseñadores de la conducta, crean las alertas o notificaciones de estos dispositivos para seducirnos apelando a la parte más primitiva de nuestras emociones básicas. De este modo, consiguen llamarnos la atención y que estemos siempre pendientes. Por eso, en muchas de las aplicaciones las notificaciones son de color rojo porque este color nos genera alerta.
Volviendo al paralelismo del teatro y las redes sociales, Liliana nos comenta que estas plataformas sociales no nos ponen un camerino, sino que nos invitan a que estemos siempre actuando en directo en un escenario esponsorizado a través de unas herramientas que cada vez nos hacen más fácil la posibilidad de compartir contenidos a través de filtros y de construir esa identidad que nos interesa proyectar a través de estos canales.
Entre las preguntas que la doctora planteó a los jóvenes que entrevistó para el libro ‘Tú no eres tu selfie’, se encuentra la cuestión relativa a las directrices del denominado ‘postureo’ a lo que los entrevistados respondieron que no existe ninguna pauta concreta. No obstante, la doctora afirma que sí que hay unas normas no escritas que tienen que ver con el término ‘happycracia’ o la imposición de la felicidad. Además, cada red social tiene unas conductas asociadas. En Twitter, por ejemplo, cuelgas lo que piensas porque se trata de un espacio muy ideológico mientras que en Instagram se premia la estética, el DYI, los viajes, la comida, en definitiva, ese postureo que hablábamos que tiene que ver con una vida perfecta.
Por lo tanto, los jóvenes se comportan de manera distinta en cada red social y esto tiene que ver con otro concepto clave: el FOMO (Fear of Missing Out) o el miedo a estar perdiéndose cosas. Este término se asocia a todas aquellas oportunidades perdidas: vidas perfectas que no tenemos, cuerpos que ansiamos pero que sabemos que no vamos a conseguir, habilidades que otros tienen pero que nosotros no, etc. “Estar expuestos a las redes sociales nos está sometiendo constantemente a pensar que quizás no estamos haciendo lo máximo en nuestra vida en términos de diversión o de vida exitosa” apunta Liliana.
El FOMO, a veces, se traduce en envidia o anhelos insatisfechos que generan frustración. Para combatir estos sentimientos, la doctora recomienda estar activos en redes sociales compartiendo contenido propio en vez de consumir contenido de otros. Hacer hincapié en la idea de Prosumidor o generador de contenidos. También es importante explorar lo que compartimos y construir nuestra identidad a la vez que nuestra comunidad.
“Las redes sociales nos han traído dos formas de relacionarnos con el mundo que son muy diferenciadas” opina la doctora Liliana Arroyo. Y esto, según la doctora, genera un conflicto generacional entre los migrantes digitales y los nativos digitales que paraliza a la hora de educar porque los primeros desconocen el comportamiento con las pantallas de los segundos.
Estrategias de educación digital para familias
Poniendo foco en el terreno educativo, Liliana Arroyo destaca la importancia de que los padres pregunten a sus hijos por los comportamientos que tienen en las redes sociales. Y que lo hagan sin juzgar, sentándose con ellos para ahondar en sus intereses e inquietudes. Algunas preguntas interesantes pueden ser, por ejemplo, las razones por las cuales siguen a determinados perfiles (influencers, youtubers, etc.), los juegos online que les gustan, qué es lo que más hacen cuando utilizan el móvil, etc.
Otro aspecto que los padres deben trasladar a sus hijos es la idea de que “hay que poner a nuestro servicio estas herramientas” dice la doctora Arroyo, porque las redes sociales están subyugadas a unas lógicas económicas. “Detrás de cada plataforma hay una empresa tecnológica que está esponsorizando el canal para recabar datos de los usuarios que explotará posteriormente a través de la publicidad” nos recuerda Liliana.
Además, estos dispositivos pueden suscitar reacciones muy viscerales o incluso adicciones. En este sentido, los psicólogos apuntan que debemos preocuparnos cuando hay un exceso de uso que colisiona con otras cuestiones vitales como dejar de dormir, de comer, no quedar con amigos o no estar con la familia, por ejemplo.
La clave de todo está en el trabajo en equipo
Las redes sociales están pensadas para que se puedan utilizar con el mínimo esfuerzo, deslizando simplemente el dedo, por ello, es importante que los adultos estén al lado de los niños para orientar y asesorar. “Aunque algunas personas adultas no tengan esa destreza digital, pueden aportar el contexto y trasladar a lo digital ese espíritu crítico analógico” comenta Liliana. “Con las preguntas, aportando una mirada crítica y haciendo hincapié en no aceptar las cosas como nos vienen dadas podemos enseñar mucho a nuestros hijos y descubrir muchas cosas juntos”.
En definitiva, la educación digital requiere mucha comunicación y acompañamiento concluye la doctora Arroyo. Hay que pactar y entender que el uso de los dispositivos no depende de las horas sino de la calidad y del propósito que les demos. Debemos desarrollar una higiene digital para construir unos hábitos digitales de forma consciente, compartida y sin dejarse llevar por lo que la tecnología nos pueda ofrecer.
Comentarios