Una situación incierta
Aunque la segunda oleada de la COVID-19 está azotando Europa con contundencia, el mundo ha sobrepasado la barrera de los 40 millones de casos, y la economía a corto plazo parece que no vaya a mejorar, hay indicadores que dejan cierto margen a la esperanza.
La Organización Mundial del Comercio (OMC) ha analizado diferentes índices económicos después de una temporada de convivencia con la COVID-19 y los resultados son alentadores. El estudio remarca, pero, que hay que acogerse a variables imprevisibles que podrían hacer virar el rumbo de la economía por completo en solo un instante.
Las previsiones de los expertos: ¿qué mundo vieron y qué mundo ven hoy?
La OMC pronosticó en abril de 2020 una caída en la economía mundial del 12,9% para finales de año. Los analistas económicos de esta institución han afinado sus estimaciones, y la cifra considerada de caída es muy inferior. Después de observar el comportamiento social y las tendencias de la pandemia tras meses conviviendo con la nueva normalidad, se calcula que la caída al cierre del año será del 9,2%. Un dato significativo que pende de un hilo.
Según el análisis económico de la OMC los resultados comerciales registrados en junio y julio, cuando se relajó el confinamiento y se reactivó la economía, infundieron cierto optimismo en cuanto al crecimiento global del comercio en 2020. Los resultados comerciales en lo que va de año han superado las expectativas, pero podrían ralentizarse una vez se agote la demanda acumulada de los meses de marzo, abril y mayo.
A diferencia del comercio, el PIB disminuyó más de lo previsto en el primer semestre de 2020, lo que hizo que se rebajaran las previsiones anuales. En el mundo prepandemia se pronosticó una caída del PIB ponderado en función del mercado mundial del -2,5%, y ahora las previsiones apuntan a una caída del -4,8%.
Con los datos que se manejan hoy en día, según la OMC, la recuperación del PIB podría alcanzar el 4,9% en 2021. Pero está previsión depende de las medidas políticas que adopten los gobiernos y de la gravedad de la enfermedad en los meses venideros.
¿Qué variables pueden transformar estas previsiones?
Un agravamiento de la pandemia, que obligaría a imponer medidas de confinamiento severo, tendría de cara a 2021 un impacto de entre 2 y 3 puntos porcentuales sobre el PIB mundial. Pero más allá de este punto hay otros factores que harían cambiar a mejor, o a peor, la economía.
Variables que mejorarían la perspectiva económica:
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Vacuna contra la COVID-19: generaría confianza en los mercados y daría esperanzas para una vuelta a la normalidad. Esto podría hacer variar las previsiones en hasta 3 puntos porcentuales.
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Incremento de la digitalización: la pandemia ha estimulado la innovación en sectores empresariales tradicionales, que han aprovechado la tecnología de la información para adaptarse a esta situación. El teletrabajo, las ventas online y la digitalización de tramites que antes eran presenciales, impulsan un nuevo ritmo social que ayuda a la economía a crecer a pasos agigantados.
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Crecimiento nuevas tecnologías: el desarrollo rápido y eficaz de respuestas tecnológicas a la crisis de la COVID han impulsado sectores como el de la Inteligencia Artificial o el comercio electrónico. Esto crea una riqueza que posiciona a las economías como mejor preparadas para el futuro que viene.
Variables que harían decaer la perspectiva económica:
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Política fiscal: un mercado laboral obstruido y deteriorado a causa de la crisis generada por la COVID que no consigue reactivarse podría reducir hasta 4 puntos porcentuales el crecimiento del comercio mundial en 2021
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Cierres de fronteras: un cierre estricto de fronteras entre países debido a la alta incidencia de la pandemia, supondría un freno a la recuperación del comercio internacional. Con stocks retenidos, y mercancía acumulada muchas empresas entrarían en fallida.
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Confinamiento estricto: supondría una paralización casi total de la economía por segunda vez en un corto lapso, por lo que el tejido económico e industrial sobreviviente del primer confinamiento se debilitaría aún más.
Entonces, ¿qué debemos esperar en los próximos meses?
Aunque las cifras son muchas y los modelos predictivos claros, la COVID-19 nos ha enseñado que a veces hay imprevistos que no salen en las gráficas. Así que, aunque haya una tendencia pesimista que no prevé un retorno rápido a niveles económicos prepandemia, debemos abrazar la posibilidad de que las próximas olas de COVID-19 se gestionarán mejor gracias a la experiencia adquirida. Este mejor conocimiento del virus ayudaría a aplicar medidas de confinamiento más limitadas y que tendrían un impacto económico menor, ayudando así a que los índices económicos recuperen sus niveles de crecimiento.
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